Hace unos días, en Cullera, el padre de un chico con esquizofrenia recorrió seis farmacias en busca del medicamento que necesita su hijo. En todas le decían lo mismo, que no lo tenían. Muy pocos son los que se arriesgan ya a vender un producto que vale más de 400 euros y que nadie sabe cuándo lo va a cobrar.
Cullera, como muchas localidades costeras, se prepara para el desembarco de turistas este verano. Macarena Peiró es una de las farmacéuticas que todos los años recibía con los brazos abiertos a los visitantes. Este año no. «Los farmacéuticos estamos totalmente endeudados y los proveedores, por presión de los laboratorios, que no se casan con nadie, no te sirven hasta que no les pagas lo que les debes. Y no podemos, hemos endeudado nuestro patrimonio».
Los farmacéuticos no pueden pagar porque la Generalitat les adeuda cuatro meses. Así que ahora se ven obligados a reducir el stock y, salvo que acepte esperar unos días a que haga el pedido y llegue, decirle al cliente que no le puede servir. «Este verano lo vamos a pasar fatal. Estamos dando la cara con nuestros bienes personales, pero todo tiene un límite, no nos da para más. Es muy duro tener que decirle a un enfermo que no le puedes atender. Yo cada día me conciencio de que lo tengo que hacer, pero luego, cuando llega y te cuentan lo que les pasa, te tiemblan las piernas».
La deuda les fuerza a hacer pedidos con lo imprescindible para no engordar más aún la siguiente factura. «Tengo medicamentos para algunas patologías graves, pero si te viene alguien con dolor le tienes que decir que no. Este verano va a ser terrible», anuncia Peiró....
VAYA VERGUENZA
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