La crisis ha dejado otro año más a muchos españoles en casa. Aunque hay algunos que buscan un plan B para realizar una escapada, para veranear de la forma más económica posible pero, al menos, cerca del mar. Estos últimos han optado por el alquiler de unos apartamentos mucho más asequibles que en las épocas más boyantes. El problema es que se están detectando muchos casos de alquileres ilegales, de propietarios que arrendan sus pisos de la playa y se llevan el dinero en negro, sin declarlo a Hacienda. Esto permite que sea más barato para el inquilino y más rentable para el dueño.
Esta práctica ilegal se ha disparado este verano. La Federación Empresarial de Hostelería de Valencia (FEHV) ha observado que ha aumentado notablemente la oferta de apartamentos turísticos para animar el mercado, pero que éste se produce entre particulares y acaba en un acuerdo fuera de la ley. «Este negocio está causando un grave perjuicio al turismo de calidad. Los precios los están regulando los porteros de las fincas y al final los que salen perdiendo son los particulares que actúan de forma correcta y los hoteles».
Vicente Pizcueta, portavoz de la FEHV, asegura que en algunos focos turísticos de la provincia de Valencia este fenómeno está haciendo mucho daño. Como en Gandia, El Perelló o Cullera, puntos donde la proporción es de una plaza hotelera por cada diez en apartamentos. En apariencia, siempre que la transacción se formalice legalmente, este pulso debería ser muy lícito, pero el problema es que, además, como se queja Pizcueta, «muchos apartamentos dan una imagen que no se corresponde con el turismo de calidad». Muchos de estos pisos mantienen todavía el mobiliario de los años 60 y las calidades de cuando fue construido.
La competencia del apartamento en tiempos de escasez es demoledora. Una muestra es el Mareny Blau -entre El Perelló y Cullera-, tradicionalmente una de las zonas más codiciadas del entorno de playa de la ciudad de Valencia. Allí, hace sólo un año, cuando la crisis ya había causado estragos, el alquiler de un apartamento durante 15 días tenía un coste aproximado de 1.500 euros. Este verano, el mismo apartamento para el mismo periodo de tiempo, se alquila por 900 euros.
En Cullera, uno de los lugares más turísticos de la provincia de Valencia, hay 2.000 plazas hoteleras y más de 30.000 en apartamentos. «En lugares como éste, el plan B está haciendo muchísimo daño a las empresas serias como son los hoteles, que, además, no defraudan a Hacienda». El cálculo que ha hecho la FEHV es que la tendencia de irse de alquiler a un apartamento en lugar de alojarse en un hotel se ha disparado, pero que, además, los que hacen de forma ilegal «han aumentado en un 50 por ciento este último verano».
Trabajo de fin de semana
Los hosteleros presentaron un informe a principios de verano en el que se incluían las previsiones para los meses de julio y agosto. Este estudio, basado en un muestreo de 200 empresas, permitía prever demasiada prudencia en los hosteleros a la hora de contratar personal para los meses de estío. La mayoría iba a esperar a ver la evolución de la primera quincena para lanzarse o no a reforzar sus plantillas.
El inicio del verano ha dejado fines de semana de intensa actividad y el resto de días, de lunes a jueves, con un volumen de negocio muy bajo. Eso ha propiciado que los hosteleros «sólo se estén animando a meter a más gente de forma puntual, básicamente para la cena del sábado y la comida del domingo».
Otro problema, según la FEHV, son los hábitos. «El mes vacacional del turista extranjero es julio y eso hace que cada vez se concentren más las vacaciones. El español, en su mayoría, viaja en agosto y eso provoca el efecto contrario, la saturación, que los hosteleros no puedan sacarle el máximo partido pues se llega a una situación de 'overbooking'».
Afortunadamente ha habido algunos fines de semana muy potentes. La temporada arrancó con el puente del Corpus, San Juan y el Gran Premio de F-1, que dieron un impulso tremendo. Este último fin de semana se ha producido otro repunte con el puente de Santiago (hoy es fiesta en seis comunidades autónomas). Pero es insuficiente. «No podemos vivir de tres o cuatro fines de semana». Otro cantar es Alicante, donde sí explotan el turismo internacional y donde, además, se han beneficiado de la crisis de Oriente Medio (ese turismo se ha desviado a otros destinos).
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