La Guardia Civil ha intervenido en Cullera un nuevo alijo de más de 350 kilos de cocaína, pero, en esta ocasión, la droga no entró a bordo de un contenedor, sino de una embarcación deportiva. Es el primer cargamento, en mucho tiempo, que llega a tierras valencianas por este método. De momento, los agentes han detenido a cuatro personas. La operación ha sido dada ya por concluida.
La investigación ha corrido a cargo del Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga (EDOA) de la Guardia Civil de Barcelona, que se desplazó el miércoles a Valencia para llevar a cabo la fase de explotación de la operación, que es fruto de una investigación de varios meses.parece ser que la cocaína llegó al puerto de Cullera el jueves, oculta en el interior de una embarcación deportiva, dentro de bolsas de deporte de gran volumen.
Las fuentes consultadas explicaron que, con casi toda probabilidad, el alijo procede de un cargamento mayor que la lancha recogió en alta mar de un buque nodriza, responsable de haber transportado el estupefaciente desde Suramérica hasta aguas internacionales próximas a Europa, aunque este extremo no ha podido ser confirmado.
Tras el decomiso de la droga, los agentes desplazados desde Barcelona, que contaron con el apoyo de los miembros del EDOA de la Comandancia de Valencia, detuvieron a cuatro personas. Dos de ellas, al parecer de origen lituano, fueron arrestados en el barco. Los detenidos ya han pasado a disposición judicial.
En los últimos meses, las fuerzas y cuerpos de seguridad han aprehendido varios cargamentos de este tipo, pero en Galicia. En Valencia, es la primera vez en años que se decomisa una cantidad tan importante de cocaína llegada de este modo, lo que podría significar que las redes del narcotráfico están buscando vías alternativas ante la presión que se ejerce en los puertos para detectar la entrada en contenedores.
De hecho, en los últimos años, todos los grandes alijos de cocaína llegados a Valencia han sido enviados a bordo de contenedores, en buques mercantes bajo dos modalidades. O bien como gancho perdido -en grandes mochilas colocadas, a espaldas del exportador y del importador, al final de la carga legal-, o bien oculta dentro de mercancía que una red importa para despistar y que después carece de salida comercial, dado que la empresa importadora es una mera fachada para introducir la cocaína en Europa. De momento, los agentes no han podido establecer ni dónde se cargaron los más de 350 kilos, ni a qué punto de la geografía española han ido a parar los demás alijos en los que se cree que se dividió el cargamento original supuestamente traído en un buque nodriza.
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